La enfermedad de Crohn es una enfermedad de causa desconocida que provoca inflamación a nivel intestinal. Puede afectar a cualquier parte del tracto gastro intestinal (desde la boca hasta el ano), es crónica y se caracteriza por la presencia de brotes de actividad inflamatoria. Este tipo de enfermedad se engloba dentro del término enfermedad intestinal inflamatoria, utilizado para designar también otro trastorno relacionado: la colitis ulcerosa. Ambas, Crohn y colitis ulcerosa, son de origen autoinmune. Es decir, en este tipo de enfermedades, es el propio sistema inmune el que ataca los tejidos del cuerpo.
La enfermedad de Crohn se caracteriza por producir lesiones de tipo granulomatoso (en forma de granos) que afecta a todas las capas del intestino; su curso clínico es variable y a menudo hay periodos de exacerbaciones (brotes) y de remisiones. Entre las complicaciones que puede presentar esta enfermedad, se encuentran la formación de fístulas (conexión anormal entre dos partes del cuerpo), abscesos intestinales y obstrucción intestinal. Debido al daño producido, la superficie de absorción del intestino puede estar afectada, provocando con ello deficiencias nutricionales en la persona afectada. Las deficiencias más frecuentes son las de: proteínas, energía, algunas vitaminas como el ácido fólico o la vitamina D y minerales como el hierro, el magnesio y el cinc, por ejemplo.
Este tipo de enfermedad afecta tanto a hombres como a mujeres y presenta dos picos de incidencia: entre los 20-40 años y entre los 50-60 años de edad. Por lo que se sabe, su incidencia es mayor en las áreas desarrolladas y urbanas. Los lugares con mayor incidencia se encuentran en Europa, Canadá, Estados Unidos.
Aunque no se sabe exactamente qué la provoca, sí se conoce la importancia de la carga hereditaria como factor predisponente. Se sabe que esta enfermedad es consecuencia de una alteración del funcionamiento del sistema inmune; que ocurre en individuos predispuestos genéticamente, y bajo la influencia de algún factor ambiental determinante (ej.: tabaquismo, exposición prematura a antibióticos, uso de anticonceptivos orales o de aspirina, entre otros). Aunque no existe una evidencia clara respecto, hay hipótesis que apuntarían a la dieta entre los factores ambientales para el desarrollo de la enfermedad intestinal inflamatoria: El aumento del consumo de azúcares y de cereales refinados, tan característico de los países desarrollados, o la ingesta elevada en omega 6 podrían estar actuando como desencadenantes de la enfermedad. Por el contrario, el consumo de frutas y verduras o de grasas tipo omega 3, podrían ejercer un efecto protector, aunque todavía no hay evidencia clara de ello.
Los síntomas de la enfermedad de crohn están en relación a la ubicación de la lesión. Los principales síntomas són: dolor cólico (en el cuadrante inferior derecho), pérdida de peso, malestar general, fiebre baja y diarrea. Es frecuente que, en momento del diagnóstico, el paciente presente manifestaciones extra digestivas como: malestar general, cansancio generalizado, fiebre o falta de apetito.
Las personas con una enfermedad inflamatoria intestinal, como la enfermedad de Crohn o colitis ulcerosa, tienen manifestaciones que afectan más allá del tracto digestivo como pueden ser: cierto tipo de artritis, afecciones de tipo ocular, lesiones cutáneas, estomatitis y anemia autoinmune.
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En este tipo de enfermedad algunos alimentos se comportan como antígenos, es decir, pueden ser desencadenantes de brotes. Desde esta perspectiva, se ha planteado la posibilidad de establecer una dieta para la enfermedad de crohn limitada (dieta de exclusión), identificando y excluyendo aquellos alimentos los cuales se sospecha que son responsables de una respuesta inmunológica exagerada. Es importante llevar un registro, a modo de diario dietético, con la finalidad de poder identificar estos alimentos. Algunas de las dietas que pueden ser útiles en esta enfermedad son:
Por otro lado, seguir una alimentación rica en omega 3, por sus propiedades antinflamatorias y reducida en omega 6 (inflamatorio) puede también ser de ayuda
Frente a la presencia de brotes, una dieta de tipo enteral (preparados muy nutritivos y de fácil digestión) parecen ser bastante útiles e incluso podría ser una alternativa al tratamiento farmacológico. Este tipo de alimentación debería realizarse de forma exclusiva durante 6-8 semanas.
En caso de brote, se recomienda seguir una alimentación de tipo enteral. Su acción terapéutica todavía no es 100% conocida, pero se sabe que logra una remisión hasta en dos terceras partes de las personas afectadas. Estos preparados farmacéuticos incorporan carbohidratos, proteínas, grasas, vitaminas y oligoelementos, en un formato de fácil digestión. Las denominadas fórmulas poliméricas, las más empleadas, incorporan los tres macronutrientes principales: carbohidratos, proteínas y grasas en su forma compleja más el resto de nutrientes correspondientes. La alimentación exclusiva de forma enteral debería mantenerse durante 6-8 semanas para, progresivamente, y si existe mejora, iniciar la reintroducción de la alimentación convencional. Este tipo de fórmulas se fabrican en formato líquido y se pueden administrar por vía oral (bebido) o mediante sonda naso gástrica.
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Rosa M.Ortega Anta, Ana M. Requejo Marcos. Nutriguía. Manual de Nutrición Clínica. 2ªEd. Madrid. Elseiver. 2015.
María Josefa Martínez Gómez et Al. Nutrición en enfermedad infl amatoria intestinal. Nutr Hosp 2016;33(Supl. 4):59-62
Ballester Ferré MP, et al. Enfermedad de Crohn. Med Clin (Barc). 2017
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