La lactosa es el azúcar principal de la leche, tiene un poder edulcorante 4 veces menor que el del azúcar blanco y está compuesta por una molécula de glucosa y otra de galactosa.
La intolerancia a la lactosa es un cuadro clínico caracterizado por dolor abdominal, nausea y/o diarrea que aparece tras la ingestión de alimentos que contienen lactosa. Cuando el cuerpo no produce, o no posee suficiente lactasa, (la enzima capaz de romper la lactosa en glucosa y galactosa para poder ser absorbidas) entonces aparece esta intolerancia. Los síntomas acontecen ya que la lactosa, al no poder ser descompuesta, avanza a lo largo del intestino, reteniendo agua y siendo fermentada por los microorganismos del colon. De esta forma se origina el dolor abdominal, los gases y la diarrea que pueden aparecer en cuestión de minutos o al cabo de unas horas después de haber ingerido un alimento que contiene lactosa.
Existen dos formas de intolerancia a la lactosa:
• Intolerancia primaria: Se manifiesta crónica y presenta, a su vez, dos tipos:
o Déficit congénito: Es hereditario y se manifiesta en los primeros días de vida. Desaparece al eliminar la lactosa de la dieta.
o Déficit adquirido: Las concentraciones de lactasa aumentan al nacer, pero se produce una disminución progresiva determinada genéticamente. Los síntomas se alivian mediante la reducción o exclusión total de la lactosa en la dieta.
• Intolerancia secundaria: Aparece en situaciones transitorias y es reversible. Acostumbra a aparecer en caso de trastornos intestinales provocados por agentes infecciosos o en algunas enfermedades crónicas digestivas.
Una intolerancia alimentaria es un tipo de reacción adversa en donde la ingestión de un alimento provoca una alteración de tipo digestivo. En el caso de la alergia, el alimento en cuestión es capaz de provocar una reacción desmesurada del sistema inmunológico. Las manifestaciones clínicas de la intolerancia alimentaria están compuestas por síntomas y signos parecidos a los de la alergia alimentaria. Sin embargo, en el caso de las intolerancias, la intensidad de la reacción tras la ingesta depende directamente de la cantidad ingerida, mientras que, en la alergia, pequeñas cantidades pueden llegar a desencadenar un cuadro clínico grave e incluso fatal.
La alergia a las proteínas de leche de vaca es la causa de alergia más común a los alimentos en los lactantes y se produce por una reacción inmunológica frente a las proteínas de la leche de vaca. Se inicia en los primeros meses de vida y suele desaparecer antes de los 6 años en el 80% de los casos.
Contienen o pueden lactosa los siguientes alimentos:
• Leche, queso, yogur, kéfir, flan, helados, natillas, postres lácteos en general
• Algunos preparados cárnicos (carnes procesadas), croquetas, barritas de pescado, …
• Salsas para carne y pescado (bechamel, algunas mayonesas, salsa de pimienta, cardinal, carbonara…)
• Cereales de desayuno, barritas de cereales, bollería, dulces, chocolate, pan de molde
• Batidos preparados con leche
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La mayoría de pacientes diagnosticados de intolerancia a la lactosa toleran una ingesta de hasta 7g de lactosa por ración. Es por ello que alimentos como los quesos curados (<2g por ración), yogur (5,7g) o pequeñas cantidades de leche (aprox. 120ml) pueden ser ingeridos con normalidad. Alimentos como el yogur y otras leches fermentadas, además de por su bajo contenido en lactosa, són recomendables también porque facilitan la digestión de la misma al retrasar el vaciado intestinal y porque algunos de los microorganismos que contienen pueden digerir la lactosa.
Para el resto de alimentos, se debe de ingerir opciones comerciales sin lactosa, o bien utilizar la suplementación mediante preparados enzimáticos en forma de ß-galactosidasa (lactasa). La suplementación con probióticos también puede ser útil en el tratamiento de esta intolerancia al modificar la microbiota intestinal. En función del grado de tolerancia experimentada, la dieta sin lactosa para puede ser más o menos restrictiva en este nutriente. Para personas que requieren una dieta estricta sin este azúcar, es necesario garantizar un aporte adecuado de calcio. En este caso debe de recomendarse la ingesta de alimentos que aporten calcio, pero no lactosa (brócoli, vegetales de hoja verde, frutos secos, pescado azul, legumbres, semillas, bebidas vegetales enriquecidas en calcio) o de suplementos de calcio mediante vía oral.
En el mercado existen las leches con bajo contenido en lactosa: leches a las que se ha adicionado la enzima lactasa hasta obtener sus dos componentes: glucosa y galactosa. Este tipo de leches no eliminan el 100% de lactosa, de modo que siempre queda una parte residual. Por otro lado, el sabor de este tipo de leches es más dulce, debido al contenido en glucosa que ha sido liberada. El contenido en lactosa de estos productos, debe ser menor al 1%.
Existen estudios que sugieren que nuestro intestino produce lactasa mientras hay un aporte de lactosa en la dieta. Aunque expertos advierten que retirar la lactosa de la dieta puede producir una intolerancia, también hay estudios que dicen todo lo contrario. En todo caso, nunca deberíamos retirar la lactosa de la dieta si no somos intolerantes a la lactosa, por un lado, debido al posible riesgo de reducir la ingesta de nutrientes como el calcio o la vitamina D y, en segundo lugar, ante la posibilidad de generar una posible intolerancia por falta de estímulo. Por otro lado, cabe aclarar que, al contrario de lo que se ha dicho durante años, la lactosa no incrementa la absorción intestinal de calcio. Así que, en este contexto, no se vería comprometida la correcta absorción de calcio.
Frente a la sospecha de una posible intolerancia, nunca hay que autodiagnosticarse y, en todo caso, acudir a un especialista para que realice las pruebas pertinentes.
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Rosa M.Ortega Anta, Ana M. Requejo Marcos. Nutriguía. Manual de Nutrición Clínica. 2ªEd. Madrid. Elseiver.
Richar A Forsgard. Lactose digestion in humans: intestinal lactase appears to be constitutive whereas the colonic microbiome is adaptable Am J Clin Nutr 2019;110:273–279
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