La leche materna es el alimento ideal para aportar al bebé los nutrientes necesarios y, en el momento preciso, para un crecimiento y desarrollo saludable. Aun siendo el único alimento que tomarán, les aporta toda la energía, nutrientes, agua, anticuerpos, pre y probióticos, etc. que el bebé requiere para su óptimo crecimiento y desarrollo con salud.
Tiene beneficios tanto para la madre como para el niño. En el caso de los niños, se refuerza el desarrollo del sistema inmunitario, digestivo y nervioso. En el caso de la madre, se reduce la incidencia de cáncer de útero y de ovario y hay una recuperación más rápida del parto. De hecho, durante las primeras horas post parto se producen los entuertos. Son contracciones del útero, dolorosas pero muy necesarias para favorecer la contracción de la matriz, frenar la hemorragia y evitar infecciones. Con la liberación de oxcitocina que se produce al amamantar se favorecen estas contracciones, y por este motivo, la lactancia materna bien instaurada justo tras el nacimiento, es una muy buena forma de favorecer la recuperación y evitar las complicaciones post parto.
Con el amamantamiento, además, se favorece el vínculo afectivo madre-hijo y el correcto desarrollo mandibular, neurológico, visual e intelectual del niño.
Cualquier madre que ha dado a luz puede producir leche para amamantar a su bebé. Solo hacen falta 3 elementos para ello: disponer de glándula mamaria, niveles adecuados de oxcitocina y prolactina y, la succión del bebé. Los niveles de oxcitocina son los adecuados en el momento del parto, ya que es la hormona que lo provoca. Por lo que hay que fomentar la succión del recién nacido lo más pronto posible justo tras su nacimiento. Este es uno de los motivos por los que favorecer la práctica de piel con piel tras el parto es tan recomendable. El bebé es capaz de reptar hasta el pecho de su madre y localizar el pezón, gracias a su olor y al cambio de tamaño y color que se han producido en el embarazo, para agarrarse a él y empezar a succionar.
Existen algunas situaciones en las que dar el pecho no estaría recomendado.
· Si tienes dudas sobre la alimentación que debes seguir durante el período de lactancia.
· Si tienes dudas sobre la lactancia materna (¿Hay que darle agua a un bebé que toma pecho?, ¿Qué cantidad diaria de leche debe tomar mi bebé?, ¿Necesitan vitaminas los bebés alimentados al pecho?, etc.)
· Si tienes dificultades para amamantar a tu hijo.
Podemos mejorar estos episodios de menor producción de leche con:
Si no iniciamos la lactancia materna de forma precoz, es decir, justo después del nacimiento, es habitual encontrarnos ante una baja producción de leche al inicio de la lactancia.
Es imposible que las leches artificiales puedan copiar la composición de la leche materna, solamente se pueden equiparar en la composición de macro y micronutrientes. Del mismo modo que tampoco es posible que tengan la capacidad de adaptarse nutricionalmente al momento preciso de crecimiento del bebé, así como tampoco a su necesidad concreta de cada toma. Es decir, los bebés deben ser amamantados a demanda porque tanto pueden necesitar aporte de energía y nutrientes energéticos, como solo necesitar hidratarse. La leche materna tiene una primera porción en la que es especialmente rica en agua, mientras que en la última porción es más rica en grasa. En función de las necesidades del bebé, se auto regulará haciendo una toma más o menos larga. Dicho de otra manera, la lactancia materna se adapta de forma natural a los requerimientos de los niños, tanto en cada toma, como a medida que van creciendo.
Otra de las ventajas de la leche materna respecto a la de fórmula es que la primera contiene anticuerpos, los cuales ayudan a los recién nacidos a protegerse de infecciones y enfermedades. Además, en la leche materna también encontramos factores prebióticos y probióticos que favorecen el crecimiento de bacterias necesarias para una buena flora intestinal, una barrera de defensa del organismo frente a bacterias y virus patógenos.
Cabe destacar también lo cómoda que es ya que no requiere preparación, motivo también por el cual el riesgo de enfermedades de transmisión alimentaria es prácticamente nulo, ya que no hay riesgo de contaminación ni de la leche ni de utensilios como biberones y/o tetinas.
Para lograr instaurar una lactancia materna con éxito desde el principio, debe comenzar en la primera hora de vida del recién nacido, siendo ideal favorecer el piel con piel justo en el momento del nacimiento. Y debe realizarse a demanda, es decir, cuando el lactante lo pida y durante el tiempo que lo requiera.
Estamos presentes en Barcelona, Madrid, Sabadell, Badalona, Palau-Solità i Plegamans, Mataró o Girona. Si no estás próxima a nuestros centros presenciales también puedes hacerlo mediante videoconferencia con el servicio online. En Menja sa encontrarás a un equipo de Dietistas Nutricionistas, psicólogos de la salud y chefs que te ayudarán a conseguir tus objetivos de salud.
Es fundamental una evaluación nutricional integral de la madre en período de lactancia con el fin de indicar un plan de alimentación ajustado a sus necesidades y brindar educación nutricional, ya que existe una relación entre el estado nutritivo de la madre y la composición de la leche materna.
Una ingesta adecuada es necesaria para garantizar que las mujeres afronten la lactancia sin deficiencias. La producción de leche para alimentar al bebé requiere de una notable inversión energética y nutricional para la madre. Parte de esta energía y nutrientes presentes en la leche se han acumulado durante el embarazo, por eso insistimos que en que una buena lactancia se ha de preparar durante el embarazo.
El cuerpo de la madre prioriza las necesidades el bebé y va a utilizar las reservas que tiene para mantener toda una serie de nutrientes como el hierro, zinc, ácido fólico, calcio, etc.
Durante la lactancia no se necesita realizar una dieta especial. Se debe llevar una dieta equilibrada y variada en la que el aporte calórico esté aumentado en unas 500 Kcal durante los primeros 6 meses y de los 7 a los 12 meses, un incremento de 400 Kcal, que incluya alimentos de todos los grupos, principalmente lácteos, cereales, verduras, frutas, hortalizas, legumbres, huevos, pescado y carne, y limitar el consumo de grasas saturadas y azúcares sencillos.
Es necesario obtener suficiente proteína en la dieta de la madre para mantener los niveles de caseína en la leche materna. Se recomienda un aporte suplementario de 25 g/día durante la lactancia.
El contenido de grasa de la leche materna varía con la dieta. La proporción entre ácidos grasos saturados e insaturados sí que puede variar la calidad de la grasa que contiene. La recomendación es seleccionar aquellas grasas saludables, reduciendo el consumo de grasas saturadas y de las denominados grasas trans. Las grasas que se recomienda tomar: aceite de oliva, el pescado azul o los frutos secos, mientras que las grasas que se debería limitar se encuentran en alimentos como la comida rápida, los precocinados o los productos de bollería.
Hay que prestar atención en la dieta al consumo de las vitaminas hidrosolubles y vitaminas A y D. Es importante valorar si su ingesta es adecuada y, de no serlo, valorar cuál es la mejor opción para solucionarlo.
El Calcio es esencial durante la lactancia, para satisfacer estas necesidades además de leche, yogur, queso, se recomienda el consumo de pescado con espinas (por ejemplo, sardinas en lata), salmón, brócoli, semillas de sésamo y las coles.
Es normal que haya más apetito y no hay que ignorar la sensación de hambre. Se recomienda hacer unas 5 comidas diarias y elegir alimentos sanos y nutritivos para saciar el hambre. Entre comidas se puede tomar un lácteo, una pieza de fruta, puñado de frutos secos, fruta seca (ciruelas, orejones, dátiles), etc. Intentado evitar los procesados y dulces. Si nos apetece dulce siempre podemos elaborar algo casero.
La calidad y producción de la leche materna, estará asegurada si se sigue una dieta con los requerimientos energéticos necesarios, sólo estará comprometida en el caso de desnutrición severa.
La cantidad de leche producida está relacionada con la demanda por parte del bebé, por lo que no habrá alimentos que mejoren la calidad o la cantidad de leche producida.
Durante la lactancia habrá más sensación de sed, ya que el cuerpo necesita más cantidad de líquido para la producción de leche. Dado que la leche materna contiene un 85-90 % de agua, se recomienda ingerir 2-3 l/día para asegurar la producción láctea, aunque un consumo más elevado no aumentará la secreción láctea.
Además de agua, también podemos aportar líquidos a nuestro organismo, a través del consumo de: frutas, verduras, infusiones, caldos.
Hay que estar atenta a las señales de nuestro organismo (si la orina es de un color intenso o aparece estreñimiento), que nos indican que no se está aportando la cantidad correcta de líquidos y que se está sufriendo deshidratación.
Llevando una alimentación saludable se consigue cubrir al máximo las necesidades nutricionales, si bien hay etapas de la vida como la lactancia, en las que algunos nutrientes puede requerir suplementación. Siempre deberá ser el profesional sanitario, en este caso el Dietista-Nutricionista, quien revise y paute esta suplementación.
Por ejemplo, un déficit de yodo durante el embarazo o la lactancia puede afectar al funcionamiento de la tiroides de la madre y del bebé, así como en el desarrollo neuropsicológico del bebé. Por ello se recomienda la suplementación con 200 μg diarios de Iodo, cocinar con sal yodada y comer pescado 3-4 veces por semana.
Los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 de cadena larga, como el ácido docosahexanoico (DHA) es esencial para el desarrollo neurológico y visual del recién nacido y durante la infancia. La mejor fuente de ácidos grasos Omega-3 es el pescado azul, pero si no se puede ingerir lo suficiente se puede suplementar para incrementar los niveles de DHA en la leche materna.
Si la madre sigue una dieta vegetariana o vegana requiere de suplementación de vitamina B12, para no producir leche deficiente en esta vitamina, así como para cubrir sus propios requerimientos.
Alrededor de la lactancia existen muchos mitos que nada tienen que ver con la realidad y muchas veces confunden. En ocasiones se prohíbe consumir algunos alimentos como: ajo, cebolla, coliflor, brócoli, porque pueden causar gases. Ningún alimento que consuma la madre producirá ni gases ni cólicos al bebé.
En cuanto al sabor de la leche, a medida que el periodo de la lactancia avanza, disminuye el sabor dulce de la lactosa y se vuelve más salada.
Los cambios en el sabor de la leche según los alimentos ingeridos por la madre favorecerán que el bebé acepte los nuevos sabores cuando se introduzca la alimentación complementaria.
No se recomienda hacer ninguna dieta para perder peso durante la lactancia.
Durante el embarazo ha habido un aumento de la grasa de reserva, destinada a los requerimientos energéticos que supone la producción de leche.
La lactancia requiere un gasto calórico extra por parte de la madre por lo que durante este período se favorece de forma significativa la pérdida del peso ganado durante el embarazo. El peso se suele ir normalizando poco a poco, pero hay ocasiones en que cuesta un poco más, debido al estrés, falta de sueño, dietas poco equilibradas, picoteo o desorden en las comidas.
La pérdida de peso se debe hacer de manera gradual. No se recomienda la pérdida de peso exagerada durante la lactancia, porque podría afectar a la producción de leche y, porque provocaría la movilización de compuestos tóxicos acumulados en el tejido adiposo hacia la leche materna.
Es necesario continuar o adquirir unos hábitos alimentarios saludables. Comer de forma natural, sin restricciones ni prohibiciones y con una actitud positiva hacia la comida. Las dietas restrictivas o con prohibiciones son imposibles de mantener en el tiempo y generan insatisfacción. Además de afectar a la producción de leche materna.
Podrás conciliar tu cambio de hábitos con tu familia, porque que no necesitas comer distinto ni preparar un menú solo para ti.
En Menja sa te enseñaremos a tener unos buenos hábitos durante la lactancia y herramientas para que perduren en el tiempo. Alimentándote de manera consciente conseguirás poco a poco recuperar un peso adecuado a tu constitución, te sentirás con energía y, todo ello, sin pasar hambre ni ansiedad, disfrutando de la comida.
Visita nuestro equipo para planificar una dieta adecuada, asesorarte y resolver todas las dudas que tengas sobre la lactancia.
En Menja sa contamos con un equipo de Dietistas/Nutricionistas titulados y colegiados con especializaciones en el área infantil a partir de cursos, postgrados y masters en materno-infantil. Además, también contamos con un equipo de psicólogos de la salud expertos en alimentación que nos permite ofrecer un tratamiento integral y establecer pautas tanto nutricionales como de conducta para una alimentación saludable y satisfactoria.
Puedes acudir a cualquier centro Menja sa en: Barcelona, Sabadell, Mataró, Girona, Palau-Solità i Plegamans, Madrid o con el servicio online.
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