
a llegada del otoño supone el paso hacia el invierno y la adaptación del organismo a situaciones como la bajada de temperaturas. Esto se traduce en un consumo de energía más elevado debido al esfuerzo que debe hacer el cuerpo por mantener la temperatura corporal. Al mismo tiempo las temperaturas frías y el ambiente húmedo típico de esta época del año, así como la disminución de las horas de luz, nos hace más vulnerables a posibles infecciones.
Es el momento, por lo tanto, de incluir con más énfasis en nuestra alimentación todos aquellos alimentos que, en pequeñas porciones, son una gran fuente energética, y a la vez de vitaminas y sales minerales, tan importantes para el buen funcionamiento del organismo y refuerzo del sistema inmunológico. Es pues el momento de legumbres, cítricos, frutos secos, tubérculos como los moniatos y las setas.
Veamos pues algunos de estos productos más relevantes, y claramente de temporada.
Frutos secos
os frutos secos son fuente de grasas, siendo estos ricos en:
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Ácidos grasos esenciales y poliinstaurados (ácido linoleico especialmente, también conocido como ácidos grasos ?-6)
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Ácidos grasos monoinsaturados, en concreto ácido oleico
Además son fuente de proteínas, sales minerales como el fósforo, el magnesio, potasio, calcio, hierro, zinc y selenio, vitaminas B1, B3 y ácido fólic, y fibra.
Hay que tener en cuenta que, por su alto aport en grasa, su digestión es más lenta y puede hacerse pesada. Por el mismo motivo es importante controlar su consumo en caso de sobrepeso u obesidad.
De modo que, para conseguir los beneficios de los frutos secos en la justa medida que deben tener todas las cosas, se recomienda que su consumo sea de un puñado (20 gr. aproximadamente) 4 veces a la semana. Teniendo en cuenta que estos sean crudos o tostados, puesto que aquellos que llevan chocolate, miel, azúcar o sal los encontraremos siempre en grupo de alimentos de consumo esporádico.
Castañas
Aun cuando la castaña pertenece a los frutos secos, nutricionalmente se diferencia de estos por su menor aport calórico. Esto se debe a que, si los frutos secos se caracterizan por su alto contenido en grasas, la castaña aporta poca grasa y muchos más hidratos de carbono, además de ser más rica en agua.
Hasta la llegada de la patata y el maíz, la castaña tenía en todo Europa un consumo muy popular, ya fueran tostadas o en forma de harina. De hecho se sabe que ya en el siglo V a.C. las castañas llegaron a Grecia.
Pero las castañas no sólo tenían una función alimentaria y nutricional, sino que se les atribuían propiedades mágicas, hecho por el cual se utilizaban como amuleto, y motivo por el cual tienen un papel tan especial la noche del 31 de octubre.
a variedad de castaña que se consume habitualmente es la castaña europea, aunque existen otras variedades, como la japonesa o la americana, diferenciándose entre ellas por el mayor o menor contenido en hidratos de carbono, y destacando la castaña china por ser la más dulce. En lo que respecta a su aporte en vitaminas y minerales, podemos decir que en este sentido sí se asemejan al resto de frutos secos.

Diplomada en Nutrición Humana y Dietética por la Universidad de Vic; icenciada en Ciencia y Tecnología de los alimentos por la Universidad de Vic; Postgrado en Nutrición Humana y Dietética Materna infantil por la Escuela Universitaria de Enfermería de Sant Joan de Deu y Máster en Comunicación y Gastronomía por la Universidad de Vic.
Soy Miembro colegiada en el colegio profesional de Dietistas y Nutricionistas de Cataluña (CODINUCAT) (CAT000273).